domingo, 1 de junio de 2008

Los desaparecidos forzados en Colombia







Los desaparecidos forzados en
Colombia, ¿Cuántos se buscan?



"Los desaparecidos/que digan donde están."
Las familias de las 240 personas cuyos cuerpos fueron encontrados en las fosas ya han podido elaborar su duelo; sin embargo, ellas representan un mínimo de familias afectadas. Por eso, con el Plan de Búsqueda que será presentado este mes de noviembre por la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas se espera que muchas más familias sepan por fin la suerte que corrieron sus seres queridos. Precisamente el plan establece procedimientos para que la exhumación de cadáveres y su identificación respondan a parámetros comunes a todas las instituciones del Estado, de manera que los logros sean aún mayores y, además, para que se pueda responder a la pregunta:
¿Cuántos desaparecidos forzados se buscan en Colombia?
La desmovilización de más de 30 mil paramilitares ha conducido a la ubicación de decenas de fosas comunes: 240 cuerpos de colombianos han sido encontrados y, según la Fiscalía General, se espera hallar 2।500 más. Sin embargo, el delito de la desaparición forzada continúa en el país: 839 personas desaparecieron por la fuerza en 2005, y 175 en el primer semestre de2006, según el Instituto de Medicina Legal. Hoy en diferentes lugares del país, hay familias que están sufriendo la tragedia de la desaparición forzada, que suplican el fin del vía crucis y que piden que les devuelvan a sus seres queridos, así sea sus cuerpos para darles sepultura. “Prefiero recibir una mala noticia a continuar en la incertidumbre”, dice una mujer que desea conocer el paradero de su marido, desaparecido hace dos meses en Cúcuta.

Entre 3.000 y 14.000

En Colombia se habla de “cientos” y “miles” de ciudadanos desaparecidos por la fuerza. Nadie tiene una cifra definitiva. El primer caso, reportado ante la Asociación de Familiares de Detenidos-Desaparecidos, Asfaddes, y atribuido a organismos de seguridad del Estado, se remonta a 1977.
Ese año, Omaira Montoya Henao, bacterióloga de 34 años, militante de izquierda, desapareció en la ciudad de Barranquilla junto con su novio. Él fue torturado y ella nunca regresó. En febrero de 1983, por primera vez en el país alrededor de 100 personas se reunieron con claveles blancos en la Plaza de Bolívar. Cargaban 29 retablos con fotos de sus hijos, padres y hermanos que habían sido llevados por la fuerza por desconocidos y no habían regresado. Entre ellos estaban los familiares de los 13 jóvenes que desaparecieron, uno a uno, durante 1982. En su mayoría eran estudiantes de la Universidad Nacional que apoyaban las ideas del m-19 o el epl. “Ahí nace lo que hoy en día es la asociación Asfaddes, inspirada en la experiencia de la asociación de las Madres de la Plaza de Mayo, de Argentina”, relata Gloria Gómez, su directora. En 1984 ya se reportaban más de 300 casos. En Bogotá, Medellín, Cali y Neiva se multiplicaron los retablos, así como las familias que, llenas de dolor, pasaban a convertirse en incansables buscadoras de sus seres queridos.“Actualmente la información sobre desaparición forzada está completamente dispersa y no está sistematizada. El Registro Único de Personas Desaparecidas recogerá toda la información a partir de este mes de noviembre. Es posible que a mediados de 2007 ya tengamos un conocimiento preliminar de las primeras estadísticas oficiales sobre víctimas de desaparición forzada en Colombia”, afirma Eduardo Realpe, delegado del Defensor del Pueblo en la coordinación de la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas देसपरेसिदास।

Por su parte, el Comité Internacional de la Cruz Roja afirmó en su informe de 2005, la existencia de 3.600 desaparecidos por la fuerza según datos obtenidos de sus familiares. Tan sólo en 2004 se reportaron 279 nuevos casos y en 2005, 317, dice el documento.

Existe “un patrón de ejecuciones extrajudiciales y de desapariciones forzadas asociadas a violaciones vinculadas a la administración de justicia y a la impunidad… Esas violaciones no forman parte de una política deliberada del Estado desde las más altas esferas, pero su escaso reconocimiento por las autoridades y la insuficiencia de acciones correctivas impidieron superarlas”, advirtió en su visita a Colombia, en julio de 2005, el Grupo de Trabajo sobre las Desapariciones Forzadas o Involuntarias de las Naciones Unidas, para quien la desaparición forzada es un crimen “cometido por agentes estatales o personas que perpetran el delito con su tolerancia, aquiescencia o apoyo”।


Las dificultades

Varias son las dificultades para conocer la realidad sobre la desaparición forzada. En primer lugar, el Estado colombiano reconoció muy tarde la existencia de este flagelo: en 2000 fue aprobada la Ley de Desaparición Forzada, cuando habían pasado ya 17 años desde que Comenzaron las marchas de los claveles blancos. “Antes del 2000, la desaparición forzada no era considerada delito y las denuncias eran recibidas en la Fiscalía como un secuestro simple. Nosotros siempre nos negamos a reportarlas así”, concluye la directora de Asfaddes. Segundo, hay un alto subregistro. Por ser un crimen cometido, entre otros, por agentes estatales o con su tolerancia, las familias temen denunciar ante el perpetrador. El subregistro también se debe al modus operandi de este delito. En los años setenta y ochenta predominaron las desapariciones individuales en el ámbito urbano con altos niveles de ocultamiento. En los años noventa, con el auge del paramilitarismo, aumentaron las desapariciones colectivas. San Onofre (Sucre) ha sido un ejemplo dramático de la situación. En los últimos meses se han descubierto 30 fosas con 80 personas. Las últimas fueron halladas el pasado mes de octubre.Una tercera dificultad es la metodología en la recolección de información. Varias entidades oficiales no diferencian el posible motivo de la desaparición. Por eso, incluyen al desaparecido forzado y también a quien
se perdió por padecer una enfermedad mental, entre otras . http://www.colectivodeabogados.org/article.php3?id_article=866&var_recherche=leandro



La reparación debe dignificar a las víctimas con medidas que compensen sus pérdidas y restituyan sus derechos afectados

La reparación debe dignificar a las víctimas con medidas que alivien el sufrimiento, compensen las pérdidas sociales, morales y materiales, y restituyan los derechos ciudadanos afectados. Debe ser concebida como parte del proceso de justicia transicional , que incluye el esclarecimiento de la
verdad, la reconstrucción de la memoria histórica, la aplicación de justicia y reformas institucionales que garanticen el avance de la democracia y la no repetición, y debe mostrar un balance entre las medidas de reparación materiales y simbólicas y aquellas de carácter individual y colectivo. En cuanto a la reconciliación, es “tanto una meta, como un proceso a largo plazo de personas o sociedades, encaminado a construir un clima de convivencia pacífica basado en nuevas relaciones de confianza entre los ciudadanos y ciudadanas y las instituciones del Estado y entre ellos mismos, así como la profundización de la democracia, con la participación de la sociedad civil y las instituciones”, como se advierte en el documento Definiciones estratégicas.
Contribuyen a alcanzar la reconciliación la generación de un diálogo entre las partes involucradas en el conflicto, el fortalecimiento del Estado social de derecho, el reconocimiento y respeto de los procesos de participación y representación, la creación de condiciones de seguridad y la presencia legítima del Estado en todo el territorio nacional।La Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación decidió abrir comisiones regionales para transferir y adecuarsus funciones y competencias a las características propias de las comunidades. www.asfaddes.org.co/a1.pdf

Homenaje a Darío Betancourt Echeverry


…Voy a comenzar con el poema de una de sus estudiantes:Poema al profesor de la Esperanza…॥…En el noticiero , en la radio, en la calle:Estás desaparecido,En un anonimato de incertidumbre para miles de reossilenciosos para el mundo, junto a miles de muertos que caminan desnudos, junto a nuestro pensamiento y a nuestros miedos
Ahora te vemos en la nada del recuerdo,porque tu presente no existe para nosotros,॥vida
इन्कांक्लुसा finalizada en puntos suspensivos…arrebatada del escrito y del programa.No sabemos donde estásno sabemos a donde vas,estás desaparecido….
Muchas mentes, muchas voces,muchos recuerdos se agolpan y corroen,queman y entristecen a la Facultad;a la gran academia de Tu mundo.
Luego se repite la pregunta,¿dónde está?para oír nuevamente la respuestaestás….desaparecido.como alma vagabundacon una conciencia dormida, que camina y corre sin saber quién es.
Miles de letras se quedaron suspendidas en el limbo….miles de palabras silenciadasse quedaron en la muerteesperando que no sea la TUYA porque sólo estás DESAPARECIDO

Este texto fue escrito con el apoyo de los amigos y alumnos de Darío Betancourt, especialmente Javier Guerrero, Mario Aguilera, Crisanto Gómez, Renán Vega, Victor Manuel Prieto, Absalón Jiménez)

Darío BetancourtEl pasado miércoles 8 de septiembre dimos sepultura a sus restos. Terminaban así más de tres meses de zozobra y angustia en una extraña desaparición que aún está por aclarar. Pero también se daba punto final a una brillante trayectoria académica y humana de fugaces 46 años.
Darío nació en Restrepo (Valle), región a la que siempre estuvo ligado vitalmente y en sus temas investigativos. Cursó estudios de pregrado en sociales en varias universidades de la capital para graduarse en la Universidad Libre. Luego hizo parte de la primera promoción de la maestría de Historia en la Universidad Nacional a mediados de los años ochenta. En la actualidad estaba culminando su Doctorado en la Escuela de Altos Estudios de París bajo la tutela del profesor Daniel Pecaut. Aunque ejerció la docencia en muchos centros educativos, en el momento de su desaparición era profesor de la Universidad Pedagógica.
Persona inquieta y rebelde en el mejor de los sentidos, Darío era un estudiante que no pasaba desapercibido en las aulas de clase. Así a veces sus polémicas estuvieran acompañadas de cierta vehemencia, nunca fue intolerante. Por el contrario gustaba alimentar amistades dentro y fuera del mundo académico. Como maestro era riguroso en su cátedra pero compinche a la hora del tinto. Ameno conversador y dicharachero, Darío gozaba de gran prestigio entre sus discípulos no sólo por la seriedad con que asumía la docencia sino por la calidad humana que siempre exhibió. Con los colegas era un poco más duro en los momentos de debate, en especial si eran de generaciones más veteranas, pero igualmente cordial y atento a conseguir el consenso cuando así se requería.
El tema de la violencia en el país, y en particular en su amada región, lo obsesionaba y a él le dedicó largos años de investigación que fructificaron en tres libros. Pero más que la violencia en abstracto, le interesaban los actores que la ejercían y ejercen. Por eso estudió a los cuadrilleros y pájaros de los cincuenta así como a los contrabandistas y mafiosos de años más recientes. Su afán no era tanto describir algo que más o menos los colombianos conocemos por las noticias diarias, sino interpretar, desde un actor o una región, esa cadena de muertes que paradójicamente lo envolvió también a él.
Darío, sin embargo, incur-sionó en otros temas como el relativo a la docencia de la historia en la escuela colombiana. En una clara proyección de su labor pedagógica, hizo un penetrante análisis de la enseñanza de la historia en el país así como importantes propuestas que están aún por implementarse.
De Darío Betancourt nos quedan más de cuatro libros, abundantes artículos y especialmente los recuerdos de su calidad humana y académica. Su mirada penetrante y su sonrisa entre irónica y amable no se borrará fácilmente en las mentes de sus dos hijas, de sus innumerables estudiantes y de sus colegas. Paz en su tumba.

Es difícil hablar de la obra de los muertos que se fueron por causas "naturales". Es mucho más difícil hablar de la obra de quienes se han ido por la demencia de los que aún quedan vivos. Es difícil hablar de la obra terminada de un autor. Es muy difícil hablar de la obra que no pudo ser. Es difícil hablar de una obra inconclusa cuando toca temas cercanos a los nuestros. Y es aún más difícil hablar de la obra inconclusa cuando, como en este caso, ella hace parte de la nuestra, a tal punto que resulta imposible precisar en que medida hubiéramos podido estar en empresas conjuntas, o hasta que punto sus trabajos futuros hubieran incidido en los futuros nuestros, los hubiera modificado, complementado o desmentido para bien del conocimiento de nuestro país y de la disciplina histórica. Algo, pues, con Darío Betancourt le ha sido arrebatado a los estudios de la violencia, algo con él le ha sido arrebatado al desarrollo y a la enseñanza de la historia .
Estas notas son pues una invitación a continuar la obra de los muertos que aquí evocamos. Al fin y al cabo esa es la tarea de los vivos prolongar la memoria de los que han partido antes. La memoria y la historia , lo sabemos , son esencialmente selectivas. Olvidan muchas cosas. No hay que aceptarles pasivamente ese papel… a la memoria y a la historia hay que pedirles que revivan cosas. Esta será entonces una velada de reminiscencias.

Darío no era solo un estudioso, era un militante de la historia y un rebelde nato. Como alumno Darío era al mismo tiempo tremendamente incómodo y tremendamente estimulante. Espero que no se entienda como expresión de arrogancia de mi parte si digo que su tesis de maestría sobre lo pájaros y las cuadrillas en el Valle era un debate abierto con mis tesis sobre el bandolerismo y mis periodizaciones de la Violencia.. Y presiento que con Daniel Pecaut tenía una similar relación, de admiración y de insubordinación. Eso era lo que animaba su sentido de creatividad un afán de ruptura permanente con sus maestros. Y eso no se traducía en resentimientos o en pérdida de la amistad. Una o dos semanas antes de su desaparición le había devuelto con comentarios fuertes un trabajo que preparaba para una publicación colectiva y temática sobre Colombia, en los Estados Unidos. Su respuesta como siempre fue tranquilo Gonzalo…yo le trabajo a eso. No le dieron el tiempo de terminarlo…..En el lanzamiento de su último libro fui particularmente severo en su propio territorio, la Universidad pedagógica, a tal punto que alguien distinto a él me reclamó por mi dureza. Darío escuchó atento y se mostró receptivo… . Pero una semana después me buscó y me dijo…sus criticas me dejaron pensando…. y comenzó el debate…, fue sacando uno a uno los argumentos que se le habían quedado atragantados en aquella tarde de tertulia de la Pedagógica.…. Mi relación de amistad con él era pues de intercambio y controversia permanente.. "Discrepar, como se dijo esta mañana citando a Flores Galindo, era una buena forma de aproximarnos".
Pero entendámonos bien desde el principio. Darío Betancourt no sólo escribió textos de historia . Fue un Educador obsesionado con el quehacer mismo del historiador , como instrumento liberador, en tres planos la historia como acción política, la historia como empresa pedagógica, y la historia como tarea crítica. Veamos con más detalle cada uno de estos tres ejes
La historia como acción política
- El oficio de historiador estaba ligado para Darío , ante todo, a un sentido de compromiso, que se advertía en la escogencia de sus temas y en su esfuerzo de vinculación del producto historiográfico a las luchas populares, preocupación muy patente desde uno de sus primeros escritos, aquél sobre Ideología y Revuelta de los Comuneros.…No es por supuesto la única obra en la cual se percibe este rasgo. Porque Darío repito no era solo un estudioso , era un militante de la historia . Hacía parte de una corriente profesionalizada y fortalecida con el diálogo interdisciplinario que escribía con una funcionalidad declarada tratárese de la Historia colonial, republicana, o contemporánea, hacía Historia para el presente. Nutría de pasado, es decir de memoria, a los actores sociales y políticos de hoy.
- Esta vocación política de su trabajo de historiador se hace patente también en su obra a través de la centralidad del conflicto, el cual explora en todas sus etapas, modalidades, y estructuras organizativas desde la Colonia hasta hoy , y desde lo local hasta lo nacional, pasando por lo regional. Darío se ocupó de un campo de la reflexión contemporánea, la violencia, sobre el cual la producción y la información , masivas, se están volviendo prácticamente incontrolables. Trató en consecuencia obsesivamente de ponerle orden a uno de los núcleos temáticos que la investigación histórica de nuestro país tenía abandonado y que en el prólogo a su libro sobre Matones Y Cuadrilleros llamé los Contras del proceso social y político, es decir, ese mundo de los contrahéroes, al cual pertenecen Pájaros-paras-Narcos y traquetos que él exploró desde las altas cúpulas organizadoras e inspiradoras hasta su intermediarios, y ayudantes instrumentalizados…De eso se venia ocupando des de cuando lo conocí ; y a eso se dedicaba todavía bajo la dirección de Daniel Pecaut, tratando de escudriñar las regularidades y diferencias con otras experiencias internacionales. Quizás deba subrayarse que a diferencia de su coterráneo Alvarez Gardeazábal, que trató de hacer tales personajes entendibles, Darío los exponía a la condena pública y al escarnio poniendo en evidencia sus pequeñeces, sus mezquindades, sus cobardías, sus depravaciones, sus atrocidades. La suya era una Historia -Denuncia. Su combate por la historia , si se me permite parodiar el lema de Lucien Febvre, era levantar prontuarios. Para Darío la historia no podía tener complicidades con el pasado…con los silencios interesados.
Queda claro que su empeño por hacer historia no obedecía a un impulso de repliegue sobre si mismo , o de huída a un mundo lejano del presente, esa especie de síntoma de neurosis o de forma de evasión que el gran medievalista Georges Duby considerara tan inherente al trabajo de historiadores y antropólogos . No. En Betancourt el pasado solo tenía sentido en tanto permitiera resignificar el futuro. La apuesta por la historia era una apuesta por la transformación de la sociedad vigente, que fue silenciada por aquellos que no desean ver el mundo desde otras opticas. http://www.elespectador.com/opinion/columnistasdelimpreso/alfredo-molano-bravo/columna-desaparicion-forzada